lunes, 17 de mayo de 2010

Alone.-

Después de una semana acompañando a la muchacha en su recorrido desde el metro a su casa, un día ella le echó la espantá -Sale, hueles mal- le dijo.
Era un lluvioso día y el tenía el típico holor a perro majado.
La entendió, más que mal ella tenía razón. caminó de vuelta, se encontro con una leva con una perra bastante simpática, que no le intereso. la samoyedo de la esquina tampoco le llamó la atención y volvió a sus paseos de antaño.
Se mordió la cola, comió una sopaipilla dura y fria y sigió con la maravillosa y efímera vida de perros.

1 comentario:

Luis dijo...

En muchos casos volvemos a aquella vida de perros, dejando de lado un sueño irreal a cambio del bienestar racional, a cambio de lo correcto...

La vida de perros, no es tan mala, a veces hay quien está dispuesto a jugar. Y hay otros casos en que hace bien ser un vagabundo caviloso.

Saludos amigo.